Mi primer contacto con ella fue en San Bernardino un 22 de octubre de 1970, cuando un grupo de 197 estudiantes admitidos al primer año, materializa el inicio de un sueño; un sueño que se gesta durante una época de crisis social, económica y política en el país: los años 60.
Esa etapa de estudiante unimetana, recordada desde la perspectiva actual,
recrea nítidamente a mis compañeros, a los profesores que
influyeron en la construcción de mis creencias, también
a aquellos que modelaron probablemente mis primeras actuaciones docentes,
a los viajes que hicimos con el incipiente grupo de teatro, a mi trabajo
en la primera cooperativa-librería de la Unimet (COLUME), gerenciada
por un estudiante que hoy recibiría el premio al emprendedor unimetano.
En esa época todos nos conocíamos, convivíamos en
un área de pocos metros cuadrados de construcción. Allí
las autoridades compartían pasillo en algún momento del
día con el personal administrativo, con profesores y estudiantes.
Observaban, evaluaban y seguían, a través del patio presidido
por el Samán - centro de energía del modesto campus- el
desarrollo del sueño unimetano ya materializado.
Mi vida personal se ha desarrollado y evolucionado en el entorno ineludible de la universidad: mi esposo es uno de sus egresados, las primeras maestras de mis hijos han sido de la universidad. Sus primeros juegos de fútbol (deporte al que aún son fieles), fueron en la cancha de la universidad, el menor de ellos fue bautizado por el padre Zancajo en nuestra hermosa capilla.
A nivel profesional he tenido la oportunidad de desarrollarme en el área gerencial y educativa, he tenido además la inestimable suerte de trabajar con personas que sustentan las relaciones en la confianza, el cariño y el respeto mutuo.
He compartido con muchos de ustedes momentos de tremendo dolor por la pérdida física de seres queridos, de enfermedades graves de compañeros de trabajo, de angustia por situaciones difíciles en nuestro entorno -país, de conflictos y estrés, de confusión por decisiones internas que nos han envuelto en procesos de cambio que a su vez han desatado resistencias, mucho trabajo, sacrificios a nivel familiar y hasta puede que nos hayan llevado a cuestionar en determinados momentos, nuestra permanencia en la universidad.
Pero sobre todas estas cosas prevalecen en todos estos años y resaltan
con un brillo especial otros “significados”……
¿cuáles?: la confianza, el respeto mutuo, la solidaridad,
la lealtad , los gestos de afecto, el entusiasmo contagioso que nos regalan
en ocasiones compañeros, secretarias, vigilantes o estudiantes,
el tomar conciencia de cómo soy en lugar de lo que soy, de cómo
lo digo y cómo lo hago y también resaltan muy especialmente
aquellas palabras oportunas que nos han ayudado a relativizar el desánimo
y las batallas perdidas y a sacudirnos del pesimismo paralizante que en
ocasiones trata de ganar terreno.
Estos momentos y significados han sido determinantes para nuestro compromiso,
en nuestras acciones y en nuestra evolución como individuos, han
contribuido a moldear ese sueño de universidad, que aspiro, nos
siga conduciendo hacia la apertura de canales para la participación.
Gracias a todos. |