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Eduardo Font

Empresa y Universidad se asocian para buscar la excelencia académica en las carreras técnicas

Eduardo Font y Adolfo Kerhrhahn son parte del equipo que está encargado del proyecto de creación de un Instituto Tecnológico; son los que se han encargado de las relaciones con el Ministerio de Educación Superior y de cumplir con los requerimientos que éste exige.

Conversamos con el Eduardo Font para conocer cómo ha sido el proceso y qué obstáculos se han presentado.

Se hizo un primer esbozo del proyecto –comenta Eduardo Font- que se presentó al Consejo Superior de la universidad. Allí se planteaba el interés que tenía un grupo promotor por crear un instituto tecnológico en una urbanización ubicada en Guarenas. Ellos se encargarían de la parte de infraestructura y administración, mientras que la Unimet estaría a cargo de la parte académica. Ambas partes se beneficiarían, pues los empresarios verían revalorizada la propiedad y la universidad podría incursionar, con un mínimo costo, en un campo que quería probar y además, en un futuro, podría reportarle utilidades: incremento de la matrícula, mayores posibilidades de trabajo para los profesores, ingresos por venta de servicios.

A las autoridades les pareció interesante la propuesta y aprobaron la realización de un estudio para comprobar la factibilidad del proyecto. Los resultados positivos de la investigación sirvieron para darle continuidad a la proposición y el siguiente paso fue el de acompañar y apoyar al grupo promotor a realizar los trámites ante el Ministerio de Educación Superior.

La entrega de los recaudos –explica Eduardo Font- se ha llevado más tiempo de lo que se esperaba por razones ajenas a la Unimet. En efecto, el Ministerio ha sido objeto de varias restructuraciones internas que han tenido repercusión en el cumplimiento de ciertos requerimientos. Algunas demandas necesitaron de más tiempo y trabajo: la infraestructura física del instituto, la normativa por la cual se va a regir y, por último, el modelo académico que se va a utilizar.

Así mismo, el Ministerio rechazó la primera oferta académica que se hizo por considerarla inapropiada para el entorno social al cual iba dirigida. Por ello, se hizo una contraoferta y se acordó empezar con las carreras que estuvieran de acuerdo con las necesidades de la comunidad: eléctrica, electromecánica, telecomunicaciones, proceso, diseño industrial y obras civiles. Esto obligó a la Unimet a buscar entre el personal académico a los expertos en esas áreas para que elaboraran el diseño curricular, trabajo que fue reforzado por Departamento de Didáctica quien le otorgó homogeneidad a la propuesta.

Otra exigencia que hizo el Ministerio fue la de aplicar la modalidad educativa del Aprendizaje basado en proyectos, por lo cual la Unimet tuvo que preparar a los profesores y de esa manera dar respuesta al pedido gubernamental.

Otras observaciones que se hicieron tenían que ver con el estudio económico–financiero presentado. La Unimet proponía tres turnos y el Ministerio de Educación consideró que se debía comenzar con un turno diurno, el mobiliario y el material de enseñanza debía responder a unos requerimientos precisos.

Opina el prof. Font que todas estas observaciones tienen un único propósito que no es otro que el de mejorar la calidad de los Institutos Universitarios Tecnológicos; pues hasta ahora sólo se les ve como un negocio rentable, alejado de la búsqueda de la excelencia en la formación de los alumnos.

Para culminar con el proceso de entrega de recaudos, faltaría por proporcionar el marco legal del proyecto con las últimas modificaciones exigidas. Una vez cumplida esa formalidad, cada uno de los expertos en el área del MES elaborará un informe que será discutido en la reunión del directorio.

La experiencia adquirida por la universidad durante todo el proceso permitirá aplicar el modelo en otras regiones del país donde algunos empresarios ya han mostrado interés por apoyar este tipo de iniciativa.