pequeña
historia |
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Mi mayor satisfacción es haber creado la Escuela de Educación Preescolar |
Su
relación con la docencia es de larga data y aún continúa.
Durante casi 30 años estuvo en la Universidad Central de Venezuela,
específicamente en la Facultad de Arquitectura, institución
en la cual ocupó varios cargos: profesor, director y decano. Se
retiró de esa casa de estudios cuando, por 4 votos, perdió
las elecciones para escoger al Rector. Ese hecho, aunado a la activa participación
que asumió durante el intenso proceso de renovación que
se desarrolló en esa casa de estudios, lo llevó a tomar
la decisión de irse a Estados Unidos y realizar algunos cursos
que lo acercaran a la educación alternativa, pues hasta entonces
su mundo, muy tangible y visible, había sido el de la arquitectura.
Por graves problemas de salud de un hermano, tuvo que realizar un viaje
muy breve a Venezuela. Durante ese corto tiempo, estableció contacto
con Don Eugenio Mendoza quien se había mostrado interesado en conversar
con él. Para sorpresa del Prof. Carpio, el empresario le planteó
su interés para que se hiciera cargo del rectorado de la Universidad
Metropolitana. Después de haber conversado con la familia, decide
aceptar el cargo. Es así, que el 11 de noviembre de 1975 inicia
su período en la Unimet donde permanecerá durante casi tres
años.
En el corto tiempo que estuvo en la Unimet, ¿cuáles serían los hechos que marcan su paso por el rectorado? Cuando decidí encargarme del rectorado lo hice con la condición de que me permitieran organizar la carrera de Educación Preescolar, pues durante mi estadía en los Estados Unidos había tenido la posibilidad de compartir experiencias relacionadas con la enseñanza de niños en edades comprendidas entre 1 y 4 años. A diferencia de los países europeos y de Norteamérica, en Venezuela, hasta el momento, no se le había dado importancia a la preparación de docentes que tuvieran a su cargo la educación de los más pequeños. De ahí que, con el apoyo de la Fundación Mendoza (una de las primeras instituciones en comprender la importancia de la educación preescolar en nuestro país) y de la Prof. Francesca Pensieri, empecé a elaborar los planes de estudios y a consignar todos los recaudos a los organismos correspondientes. Otro de los aspectos de los cuales me ocupé fue el de la comunicación. Debido al desconocimiento personal que tenía de la institución cuando el señor Mendoza pidió hablar conmigo, creí conveniente crear un órgano de información y comunicación que llevó por nombre UNIMETANA, en el cual se recogían las actividades realizadas en el campus. La publicación tenía, además, un espacio fijo para que los estudiantes pudieran expresar sus ideas a favor o en contra de la institución. |
Así mismo, durante mi gestión, se produjo la mudanza de la Universidad de San Bernardino nos trasladamos a La Urbina y uno de los aspectos por los cuales no estaba de acuerdo con el traslado era la falta de transporte: miembros del personal administrativo y docente tenían dificultad para llegar al campus y muchos renunciaron por esa razón. En esa mudanza tuve una preocupación especial por el samán, pues para mí ese árbol tenía un significado especial: era el punto de referencia físico de la Universidad. Todavía hoy recuerdo la impresión que me causó cuando fui a conocer la Universidad por primera vez. Busqué la manera de transplantarlo, pero las consultas fueron infructuosas y tuvimos que plantar un ejemplar nuevo. Otros hechos que vienen a la memoria son el haber sido de enlace entre el Prof. Pedro Grases y la Universidad, lo cual trajo como resultado la donación de la biblioteca; y haber puesto en funcionamiento el primer campo deportivo en la sede de La Urbina. Debido
a su profesión, ¿se involucró en el diseño
de la Universidad?
¿A qué se dedica ahora? |